EL ARTE ROMANO.
La civilización romana, heredera de la tradición griega y etrusca, constituyó un estado cuya presencia impregnó todas sus manifestaciones artísticas. Pueblo militarista y pragmático, amante de las cosas y soluciones prácticas, que resolvían problemas y tenían una función útil, se preocupó más de la organización y de la eficacia que de los grandes principios. Su vocación universalista no estuvo ni en el pensamiento ni en el arte, sino en el deseo de dominación política y económica.
Podemos establecer tres grandes etapas en la historia de la civilización romana:
· Los antecedentes etruscos (s.VIII a. de C. -509 a de C.). En esta época la ciudad de Roma, fundada en 753 a. de C. por los etruscos, estuvo bajo la influencia de la civilización etrusca, tanto en el aspecto político (la monarquía etrusca) como cultural y artístico. Una vez que los romanos expulsaron a los etruscos y sus reyes y se emanciparon de su poder, la ciudad se organizó como una “República” gobernada por un “Senado” que representaba los intereses de la nobleza patrícia (la clase social más rica, propietaria de las tierras y los ganados). A partir de este momento la ciudad entrará en guerra con todos sus vecinos, iniciándose un proceso de expansión territorial que pronto convertirá a Roma en el principal estado de la península italiana.
· La ROMA REPUBLICANA (509-27 a de C.) comenzó como una pequeña ciudad del Lacio, y acabó como un gran estado que controlaba todo el Mediterráneo. Las conquistas territoriales, basadas en una imponente máquina de guerra, el ejército romano, impulsaron la creación de un imperio territorial que abarcó toda la península italiana y parte de la cuenca mediterránea. Pero esta expansión territorial no eliminó las crisis sociales ni las guerras civiles en el interior de Roma. La riqueza que las conquistas trajo consigo alimentó el afán de poder de las élites romanas y la propia dinámica militarista y expansionista, que desembocaría en la abolición de la República como forma de organización política del estado, y la proclamación del Imperio como nueva forma de constitución política, solapándose con las viejas instituciones republicanas. En esta etapa se conjugan la influencia etrusca y una actitud de mimetismo hacia las realizaciones del arte griego (muy extendido en las ciudades de la Magna Grecia) y de los reinos helenísticos, continuadores, como hemos visto, de la tradición clásica. Es al final de esta etapa, a partir de s. II a de C., cuando podemos hablar de un estilo propiamente romano, continuador del clasicismo griego, pero no imitador del mismo.
· Con el IMPERIO (27 a de C.-476), Roma experimentó una profunda reorganización. El poder político y militar se concentra en una persona, el Emperador, que lo transmite a sus descendientes. El Imperio supone una forma de monarquía que los romanos despreciaban desde tiempos de la dominación etrusca, pero que se adaptaba perfectamente a las nuevas necesidades del gigantesco estado creado por las conquistas territoriales llevadas a cabo por la República. Los emperadores engrandecieron aún más Roma, impulsaron la conquista de oriente y consolidaron las fronteras políticas del imperio, que internamente fue dividido en provincias. El Estado romano sintió entonces la necesidad de manifestar su propia grandeza mediante obras al mismo tiempo útiles y colosales (combinación de pragmatismo y afán de ostentación política). Se recurrió de modo creciente a los elementos constructivos de las civilizaciones orientales como la bóveda. La arquitectura imperial romana se interesó vivamente por el espacio interior, donde se lleva a cabo la actividad humana. Esta preocupación por la función le distanció del carácter plástico de la arquitectura griega. En la escultura, el culto a los antepasados, rasgo heredado de la tradición etrusca, impulsó la individualidad del retrato. Roma, creó, en definitiva, un estilo propio. La escultura sirvió, además, para “narrar” la grandeza militar del Estado romano, a través del relieve en arcos, columnas, etc. La grandeza militar y artística del mundo romano alcanzó su cenit en el llamado “Alto Imperio” (s. I-III). A partir del s. III la civilización romana inició una lenta y profunda transformación que conduciría al Imperio a su desaparición.
Con la CRISIS DEL BAJO IMPERIO (s. III-IV), algunos emperadores trataron de mantener el prestigio del Estado mediante la construcción de edificios colosales. Pero estos gigantescos decorados apenas podían esconder la realidad de una civilización en decadencia, que había perdido la confianza en la capacidad de construir un mundo organizado La división del Imperio en dos, de Occidente con capital en Roma, y de Oriente, con capital en Constantinopla (Estambul) señaló el principio de esta decadencia. El agotamiento interno y la presión exterior de los pueblos bárbaros que durante siglos amenazaron sus fronteras hasta desbordarlas, determinaron la agonía de un imperio que aún tardaría dos siglos en desaparecer formalmente. Al replegarse de nuevo los espíritus hacia el mundo interior, la escultura perdió el interés por la realidad y evolucionó hacia un mayor conceptualismo y simbolismo. El cristianismo encontró en ella las formas adecuadas para desarrollar su propia temática y halló en la basílica romana, el prototipo arquitectónico idóneo para sus iglesias.
Algunas claves de la civilización romana:
· Sistema socioeconómico basado en la existencia de la esclavitud como pilar básico del modelo productivo. Las conquistas militares y la dominación de pueblos, convirtieron en esclavos a millones de personas libres, que pasaron a ser propiedad del estado o de particulares. El derecho de ciudadanía tuvo, hasta que el emperador Caracalla, en 211, lo convirtió el universal para todos los hombres libres del imperio, un carácter restrictivo. La libertad individual fue, como en Grecia, patrimonio de unos pocos. Y también, como la griega, la civilización romana fue una civilización urbana. Roma no sólo será la capital política del estado, sino el principal escenario para la grandeza de las expresiones artísticas.
· La romanización. Los territorios y pueblos que Roma fue incorporando a lo largo de su dilatada historia bajo su dominación política, fueron intensamente romanizados. La lengua romana, el latín, y la cultura romana se impusieron progresivamente, ya fuera “manu militari” o por interés propio. El derecho romano, y con él el imperio de la ley, se impondrá como fundamento normativo para la convivencia en un territorio tan vasto y heterogéneo como llegó a ser el Imperio Romano. De igual modo, las creaciones artísticas y las obras de ingeniería no sólo tuvieron a la ciudad de roma como escenario, sino a todo el Imperio. Acueductos, puentes, teatros, anfiteatros, ciudades, templos, etc. constituyen el mejor testimonio material de la grandeza alcanzada por la civilización romana.
· En cuanto al ámbito religioso, los dioses romanos eran los mismos que los griegos, aunque con distintos nombres. Júpiter era Zeus, como Venus era Afrodita. La religiosidad romana apenas difería de la griega, en el culto reverencial que los romanos sentían por sus antepasados. No obstante, hay dos novedades que conviene resaltar. La primera: en la época imperial el culto al emperador, convertido en dios tras su muerte, se convirtió en religión de estado. Este modelo de religiosidad política permitió mantener la cohesión de un imperio atravesado por multitud de expresiones y devociones religiosas. La tolerancia de todo tipo de cultos y religiones (sincretismo religioso) se conjugaba, al mismo tiempo, con el culto imperial. Este aspecto es el que condiciona la pronta conflictividad creada por el cristianismo, religión que no aceptaba más dios que el suyo propio y que negaba el carácter divino del emperador. De todas formas, el cristianismo, que empezó siendo perseguido y actuando en la clandestinidad, acabó convirtiéndose en la religión oficial del Estado Romano a partir del emperador Constantino (año 313), poniendo fin a siglos de “paganismo” e iniciando una nueva etapa en la historia del arte, de la que nos ocuparemos en el siguiente tema.
LA ESCULTURA ROMANA
La admiración de las clases aristocráticas por la plástica griega y el hecho de que la mayor parte de los escultores que trabajaban en Roma eran de origen griego, generó una corriente de mimetismo hacia todo lo griego que, a su vez, coexistió con otra corriente popular de naturaleza realista, que evidenciaba la influencia etrusca.La plástica griega era considerada por estas clases acomodadas como la máxima expresión de la belleza ideal, por lo que se multiplicaron las copias y reproducciones de las obras maestras griegas (lo que nos ha permitido conocer las grandes obras de aquella época que, de otro modo, se habrían perdido). El destino de la mayor parte de estas copias era el de formar parte de las colecciones privadas, o como ornamento en los jardines de las villas y palacios de sus propietarios. Se produce una importación masiva de obras y artistas griegos. En estos tiempos prima el eclecticismo en todas sus formas. Roma se convierte, por este hecho, en una sede, la más importante, del arte helenístico, que sigue evolucionando en ella y produciendo creaciones que desarrollan los temas del helenismo oriental: dioses, alegorías, de género, etc.Es en el retrato donde la escultura romana se diferencia claramente de la griega y adquiere rasgos propios. Para los romanos la escultura, y dentro de ella el retrato, representa la expresión máxima del “realismo”. La misión del escultor romano no es crear “formas” que representen la “belleza ideal”, como en el clasicismo griego, sino reproducir la naturaleza, la realidad. Frente a la abstracción de tipos idealmente bellos y perfectos, los escultores romanos esculpen tipos concretos y exactos, a base de reproducir y aceptar los defectos que la naturaleza y las huellas de la vida imprimen en las facciones del modelo. Cuando hace retratos o relieves históricos no pretende lucir su maestría técnica sino honrar a las autoridades. Esto explica el anonimato de los artistas romanos y la imposibilidad de estudiar su escultura desde la perspectiva individual de sus autores.El sentido realista de la plástica romana tiene sus orígenes en: · El sentido práctico del pueblo romano le hace representar las cosas tal y como son, no tal y como desearíamos que fueran. · El interés por dejar memoria de lo acaecido, el gusto por la historia y lo narrativo, presuponen un gusto por lo verista en las representaciones plásticas. Es el espíritu de un pueblo guerrero y conquistador, consciente de sus hazañas militares, el que quiere dejar constancia de lo acontecido. Los romanos cultivaron el retrato en todas sus posibilidades: busto, de medio cuerpo, de cuerpo entero, cabeza, etc. y en cualquier disposición: de pie, sedente, ecuestre. Este último caso se reserva para los emperadores.·Los retratados son siempre los personajes más importantes de la sociedad romana, ya sean políticos o militares y, sobre todo, a los emperadores, que serán retratados de diferentes formas.·Los materiales empleados, la disposición, los pliegues de las ropas, etc. reflejan la influencia griega, pero los singulariza el extraordinario realismo fisionómico del retratado (dureza de trazos y de expresión) y en su plena caracterización sicológica. A partir de la conversión de Roma en imperio, la estatuaria se transforma, y con ella el retrato. El idealismo clásico griego tendrá ahora mayor influencia. El retrato oficial se idealiza, buscando mostrar la grandeza del personaje, sobre todo si éste tiene naturaleza divina, como el emperador, aunque sin perder sus rasgos individuales ni la expresión del carácter de personaje retratado. El prototipo se fija durante el reinado de Octavio augusto, el primer emperador.Se busca proyectar la grandeza del emperador divinizado, a la manera de los dioses griegos. Los mechones del cabello caen de forma irregular sobre la frente, el rostro siempre rasurado. En esta época también aparece el retrato femenino, reflejo de las modas de cada época y con gran interés por el peinado. Presenta las mismas carcterísticas que el retrato masculino en lo que se refiere a la representación realista de la mujer.
LA ARQUITECTURA ROMANA
A diferencia de la concepción espacial griega (que valora el espacio externo, el carácter escultórico del edificio), el espacio romano es algo interno, un espacio en el que el hombre se siente inmerso. Se trata por tanto, de una arquitectura del espacio interior. Los edificios romanos se cerrarán. En la arquitectura romana se fundirán lo bello y lo suntuoso, con lo útil y práctico. Además de arquitectos, serán ingenieros y urbanistas. Y esto se aprecia, sobre todo, en su concepción urbanística.
En la civilización romana la ciudad ocupa un lugar privilegiado. La ciudad es el centro económico y político por excelencia, y esto explica que los romanos fundaran ciudades en lugares en que el concepto urbanístico estaba poco desarrollado o no era conocido, como en el área occidental del Imperio. La función del urbanismo romano es triple:
· Solucionar los problemas que la función o el crecimiento urbano plantea (abastecimiento de aguas, alcantarillado, transporte urbano, plazas públicas, defensa, etc.).
· Efecto psicológico: impresionar al resto del mundo, del que los romanos se sienten dueños.
· Favorecer la colonización humana y material de los territorios conquistados para el Imperio y consolidar la dominación política del mismo.
La solución urbanística aportada por los romanos es racional, rápida y clara, como prefieren los pueblos colonizadores; adoptan el “Plano en cuadrícula”, con dos ejes que se cortan perpendicularmente y en su intersección aparece el “Foro”, lugar en el que se ubican los edificios públicos y se congregan los mercaderes. El concepto romano de ciudad sigue manteniendo su pujanza en la actualidad, siendo cierto que la mayoría de las ciudades actuales de occidente nacieron entonces bajo su inspiración.El temperamento y la sensibilidad artística de los romanos difería de la de los griegos: frente al esteticismo heleno, el pragmatismo romano. De aquí deriva el carácter utilitario, funcional, de su arquitectura. Por otra parte, el poderío político y militar del estado romano, su expansionismo militar y extraordinaria dimensión territorial, hizo necesario el desarrollo de una ingeniería civil al servicio de las necesidades de la sociedad y del Estado. Los romanos serán, pues, antes ingenieros que arquitectos.
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