Las imágenes del reciente desfile
de Channel se reproducen en la red. Atrás quedo el
supermercado y ahora el Grand Palais se transformó en un bulevar de París, donde
se representa una escena histórica de la
vida francesa: la manifestación y la reivindicación política.
Pero a no entusiasmarse, solo de eso se trata, de un teatro, de una nueva
puesta en escena de Karl Lagerfeld,
porque como alguna vez el mismo dijo, "Todo
lo que digo es una broma. Yo mismo soy una broma ".
Sin embargo la historia de Chanel comienza mucho antes de la
llegada del diseñador alemán en los años 80. A comienzo de Siglo XX, cuando el
estilo dominante, imponía prendas restrictivas y adornos inmovilizantes, la aparición
en escena de la casa, supuso un quiebre en la historia del vestir
femenino.
No se trató simplemente de liberar a la mujer del corset, los encargados
de esta tarea habían sido ya Mariano Fortuny y Poul Poiret.; si no de cuestionar el corsé mental que aprisionaba a
las mujeres de la época y enfrentarse a la sensación de pesadez y cierta pereza espiritual e intelectual que las mantenía a merced de los hombres. Gabrielle
no ofrecía solo prendas, sino que vendía un nuevo estilo de vida, que suponía
libertad y oportunidades.
Unido a este espíritu se creó un inconfundible y perdurable estilo. Una nueva silueta, y la incorporación de
materiales y tipologías provenientes del mundo masculino, ofrecerían a la
moda femenina comodidad y elegancia.
De la mano de Karl Lagerfeld estos principios estéticos han sido a lo
largo de los años, re visionados y actualizados, sin perder su esencia. La incorporación y legitimación
de la zapatilla deportiva en uno de sus últimos desfiles, puede interpretarse
tal vez como un ejemplo de ello.
Sin embargo en relación a los valores y principios más profundos sobre los cuales se fundó
la marca, hoy todo resulta diluido y
demasiado “glamourizado”. Obviamente dominan los principios
del marketing y la publicidad, quedando poco de genuinos
compromisos con las cuestiones de genero. Una pasarela que simula una protesta feminista, reclamos en prolijas pancartas, frases del tipo “haz la moda y no la guerra” ¿?! todo ello en un desfile exclusivo para los popes de la industria de la moda, lejos están de ser reivindicaciones de género, con valor, argumento y coherencia, porque no hay que olvidar que fue el mismo Karl quien expreso públicamente que "Son las mamás gordas que se sientan frente al televisor con sus bolsas de patatas fritas las que dicen que las modelos delgadas son feas... Nadie quiere ver mujeres gordas".
El diseño de indumentaria puede, ( y yo creo debe) ser un espacio desde donde cuestionar y
transformar la sociedad, desde donde discutir
estereotipos y sistemas que se nos imponen. Hay múltiples ejemplos de que esto
es posible. El último desfile de Karl Lagerfeld no es
uno de ellos, por el contrario resulta un
gesto que vacía de sentido la lucha de
muchas mujeres en el mundo, e inclusive
de la propia Gabriel.
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